El invento de Olivenza

El invento de Olivenza: una Feria redonda

Olivenza es un invento. Una creación que nace donde no había nada. Y de la nada, se origina una feria que tres décadas después se ha convertido en uno de los referentes del calendario taurino, en el foco mediático del principio de cada temporada, que presume de ser fiesta de Interés Turístico Regional y opta a serlo a nivel nacional, tras los trámites iniciados en el año 2020.

La idea parte de los hermanos Ortiz, propietarios de La Maestranza oliventina, y de dos empresarios jóvenes y entusiastas como José Cutiño y Joaquín Domínguez, que allá por marzo de 1991 decidieron organizar un festejo en esta localidad pacense para inaugurar las reformas a las que había sido sometido el coso. A Emilio Muñoz, Litri y Jesulín de Ubrique les cabe el honor de ser los pioneros de aquel experimento, que entonces contó con ese único espectáculo, y al maestro de Triana, la satisfacción de ser el primer triunfador de la historia de la feria, después de cortarle las dos orejas al cuarto toro de la tarde.

La explosión viene al año siguiente, 1992, cuando la primera figura del toreo de aquella época, Espartaco, hace el paseíllo junto a César Rincón, revelación del curso anterior con sus cuatro puertas grandes consecutivas en Las Ventas, y dan al festejo carácter de acontecimiento. Espartaco Chico completa un cartel en el que se lidia una corrida de Cayetano Muñoz con la que triunfa de modo rotundo la figura colombiana.

Tanto Espartaco como Rincón son nombres fundamentales en la consolidación de este improvisado ciclo, que cada año cobra mayor auge y arraigo como palenque donde las figuras abren su temporada. Ponce hace lo propio en 1993 y en el año 94 se suma a la cita otro nombre fundamental en los primeros años del serial: Victorino Martín. Ese año, Ortega Cano indulta al bravo “Garboso”, de dicha vacada, y al año siguiente Pedrito de Portugal, otro asiduo a Olivenza debido a la proximidad con la frontera lusa y a la posibilidad de sus paisanos de ver la corrida íntegra, le corta el rabo al cárdeno “Molinero”.

Espartaco salida por la Puerta Grande Olivenza
Espartado sale por la Puerta Grande de Olivenza, año 1992. FOTO: Periódico ABC

En 1997 tiene lugar la única alternativa hasta la fecha en este escenario, la de Antonio Ferrera. También con toros de Victorino y de la mano de Enrique Ponce, que estoqueó y triunfó con los “albaserradas” en este coso con notoria asiduidad.

El auge definitivo llega en el año 99 cuando se programan dos corridas de toros en dos días consecutivos. Dos festejos con figuras, naturalmente. En el festejo del cierre se anuncia con seis toros por primera vez en su carrera Julián López “El Juli”, que a los pocos meses de haber tomado la alternativa era ya todo un fenómeno taquillero.

La víspera regresó a los ruedos después de cuatro años de forzada ausencia el maestro Espartaco. Estos dos acontecimientos centran la atención de todas las televisiones, la prensa nacional lleva a Olivenza a las portadas de sus respectivas ediciones, y entre los aficionados se pone de moda acudir a Olivenza para arrancar cada temporada.

Alternativa de Antonio Ferrera en 1999 . FOTO: Revista Aplausos

Las reapariciones es otro de los alicientes de esta primera cita trascendental del año. En Olivenza han regresado a los ruedos figuras de la talla de Espartaco, Jesulín de Ubrique, Ortega Cano o Juan José Padilla después de interrumpir sus carreras por motivos personales o por inoportunos percances.

Morante, los hermanos Rivera Ordóñez, Manzanares, padre e hijo, Castella, Roca Rey, Pablo Aguado, los extremeños Perera, Talavante, Emilio de Justo, Ginés Marín, José Garrido, los mexicanos Joselito y Luis David Adame o Leo Valadez, además de los rejoneadores Hermoso de Mendoza y Diego Ventura completan los nombres más asiduos a la denominada Feria del Toro en los últimos años.

Incluso las novilladas han servido de lujoso aperitivo a la trama central. Hasta dos se han llegado a celebrar en una misma feria durante varios años, en los que el fin de semana contaba con cinco festejos, dos de ellos en horario matinal, sábado y domingo, hasta completar una doble jornada taurina en ambos días.

Entregas de premios, conferencias y homenajes a distintas figuras de dentro y fuera del toro completan cada año una programación aderezada con buen ambiente nocturno, tanto en la propia Olivenza como en la cercana Badajoz, donde el Hotel Río se convierte en uno de los centros neurálgicos de la feria, pues acoge a profesionales y aficionados, que conviven durante el primer fin de semana de marzo al tiempo que calientan motores para lo que se presume siempre: una temporada apasionante.

José Miguel Arruego

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